domingo, 17 de julio de 2011

Charlie y la fábrica de chocolate (Charlie and the chocolate factory, EUA, 2005)


Para los que disfrutamos el sabor del chocolate esta obra es una delicia. Provocadora y provocativa. Exquisita y delirante historia musical de Tim Burton, género que no le es ajeno.

Fantástica y espectacular, es una nueva versión de su antecesora Willy Wonka y la fábrica de chocolate (1971), basada en el libro de Roald Dahl e interpretada por el estupendo Gene Wilder.

Burton ha rescatado la esencia de la primera versión y sabido adaptarla a su estilo, enriqueciéndola con su habitual encanto fílmico, pleno de colorido: en los escenarios, vestuarios, objetos, y los vibrantes musicales, logrando un formidable relato, situado en un paraíso de chocolate con sus tentadores jardines, plantas, flores y ríos.

Es una aventura en la que 5 niños (y acompañantes) ganan el derecho de pasear por la fábrica del mejor chocolatero (Willy Wonka) a fin de escoger como ganador al que posea el mejor corazón, es decir el más noble de espíritu. En ese sentido, es una obra con estrecha vinculación a la niñez.

Uno de los ingredientes de la obra es el humor negro y la sátira, transmitida a través de Willy Wonka y las absurdas e inusitadas acciones que se presentan durante el recorrido por la fábrica.

El es un personaje lacónico y circunspecto con muchos matices, que complementa las acciones y su dosis de surrealismo. Es mitad adulto, mitad niño; puede aparecer sádico y burlón pero también juguetón y divertido. Además es excéntrico, desconfiado, creativo y de gran personalidad. Ejemplo de ello son sus fobias, gestos, aspavientos, peinado y singular vestuario.

Durante el desarrollo de la trama desfilan los niños con sus respectivas personalidades y defectos: glotonería, capricho, soberbia, agresividad, engreimiento, etc. Que pueden considerarse como una caricatura o exageración. Se concluye que se comportan de este modo por la crianza que han recibido de sus padres. Por ello el largometraje apunta no sólo al entretenimiento, además es una alegoría de la relación entre padres e hijos.

En este juego de descarte que supone la visita, parece no haber lugar para el azar. En apariencia, Wonka sabe quien es quien. Y los niños van cayendo en las trampas que desnudan sus debilidades. El chocolatero es también reflejo de una niñez un tanto atormentada. El percibe mucha severidad en su progenitor. En ese sentido la narración establece saltos al pasado (flashbacks) en el que se muestran los primeros años de su vida, sus carencias afectivas, inquietudes, discusión y ruptura paterna. La visita de los niños le provoca evocaciones que creía olvidadas.



No cabe duda que el filme enfatiza los vínculos familiares y sus conflictos. Por esta razón se muestra como contraparte a Charlie, (sus padres y abuelos) y el amor que se deparan mutuamente a pesar de su escasez económica. Esa condición los hace más unidos y solidarios. Charlie encarna valores como la nobleza, humildad, respeto, sinceridad. En cierto sentido, representa la perfección.

Ello explica el carácter edificante de la historia de Dahl. No obstante, es innegable su perfil lúdico que reúne a los geniales Oompa Loompas, atractivo adicional que los incluye en espléndidos musicales que articulan imaginativas letras, alegre música e impresionantes coreografías.

Esta visita es un viaje a un asombroso mundo en el que suceden las más increíbles peripecias donde se funden la tecnología, inventos y cantidades de chocolate. Adicionalmente, es un recuerdo que permanecerá imborrable y deja lecciones en todos, incluido el buen Willy Wonka que logra reconciliarse con la vida.

Destacan sobremanera las actuaciones del siempre notable Johnny Depp (Wonka), eficaz en los roles que Burton le obsequia de tanto en tanto; y la del talentoso y precoz Freddie Highmore (Charlie). Asimismo reúne un importante reparto que incluye a Christopher Lee y Helena Bonham Carter.

Simpática, emocionante y vertiginosa exploración en un universo irreal como sabroso, el delicioso imaginario de Willy Wonka, el mejor chocolatero.