Ian Fleming (1908-1964) nació el
28 de Mayo en Londres; fue heredero de una ilustre familia de banqueros.
Estudió sicología y ejerció el periodismo como corresponsal de Reuter en Moscú;
luego fue reclutado por la Armada Naval Británica como asistente. Años después,
llegada la Segunda Guerra Mundial, fue
ayudante del director de Inteligencia Naval con el cargo de Comandante.
Concluida la guerra, ya en los
cincuentas, Fleming decidió refugiarse en su propiedad en Jamaica y se dedicó a
escribir. Se sabe que hizo 12 novelas además de ocho relatos cortos. Su primer
libro fue Casino royal (1954), y fue
bien recibido, tanto que se realizó una adaptación televisiva.
A partir de este hecho quiso llevar
a la pantalla grande su creación pero no lo consiguió. Tras muchos intentos
infructuosos, el novelista cede los derechos (1961) de su obra a los
productores Albert R. Broccoli y Harry Saltzman, quienes inician la saga en
1962 con Dr. No. Fleming sólo
viviría para ver tres películas, ya que falleció en 1964. No obstante, su
legado e inmortalidad estaban asegurados.
Como a menudo ocurre con la creatividad,
Bond es un alter ego de Fleming, o escrito de otro modo Fleming es Bond. La
semilla del personaje surge de las vivencias del autor como espía, en una
versión idealizada aunque muy cercana a lo que él era.
Fue amante de la aventura,
deportista, culto, refinado, elegante. Aficionado a los autos deportivos, el
alcohol y las mujeres. Toda esta mezcla resultaría en un legendario personaje
inspirado en él. Sin duda.
Fleming fue el genio tras Bond.
Combinó acción, ciencia ficción, suspenso, sexo y violencia en sus novelas;
acertó con el 007, su capacidad de seducción, valor, inteligencia, elegancia y buen humor. Ideó el
“hombre perfecto”, algo que solo se puede lograr en la ficción.
Bond cumple sus primeros 50 años en la pantalla grande más joven y vital que nunca. Un personaje entrañable que no envejecerá jamás, gracias al talento e imaginación de un caballero llamado Ian Fleming.