M. Night Shyamalan es de los directores
que procura mantener curioso y pensativo al espectador. Del mismo modo, le
gusta sorprender con sus historias y detalles durante y al final de la obra. Elementos
afines de su filmografía son los relatos que involucran a los seres humanos en
situaciones atípicas y paranormales. Ello, en medio de una atmósfera particular
en la que los personajes luchan contra lo adverso y el miedo.
Otra característica de su propuesta son
las dudas e interrogantes de los protagonistas, que se auto cuestionan y
también buscan su lugar en el mundo. En esa ruta El protegido es un filme de descubrimiento personal vinculado a las
habilidades, poderes y dones.
Además es un homenaje a las historietas y
los superhéroes. Se sabe que el discurso habitual de Hollywood y la cultura
norteamericana están basados en la figura del héroe, y como una ampliación de
este universo realista aparecen los superhéroes, seres de ficción de categoría
mitológica.
La obra se dirige en esta dirección; empero,
no es el relato clásico de acción trepidante, desenfrenado, pleno de efectos visuales.
Por el contrario, tiene un ritmo pausado, cadencioso. Es un thriller combinado con
drama, una historia que se concentra en los personajes: David Dunn (Bruce
Willis) y Elijah Price (Samuel Jackson), y sus respectivos quehaceres,
sicologías y vinculación personal. De esta, precisamente, aparece el nexo
dramático de la trama; surgen emociones, intrigas y el suspenso del que está
dotado el filme, factores que le dan sustento y sumo interés al conjunto.
Desde el inicio hay una intriga latente y
conforme se desarrollan las acciones se van atando los cabos sueltos que el
realizador presenta, fiel a su estilo. Pero más allá de la trama, los
personajes y el ritmo, también trasciende la estética; a través de la
ambientación, el vestuario, los colores y angulaciones de la cámara. La
atmósfera es indudable protagonista de la obra y contribuye a redondear la
propuesta, lo que confirma que se trata de un filme estimulante para la vista,
el sentimiento y el pensamiento.
Gestores fundamentales de este largometraje
son los actores: Bruce Willis y Samuel Jackson, quienes con su experiencia y
talento contribuyen al realismo y verosimilitud de los sucesos. Ambos, además de
los diálogos, lucen por sus gestos y se destacan tanto por lo que dicen como por
lo que omiten.
Willis demuestra que es igual de eficaz
que en sus típicos roles de películas de acción. Logra componer un personaje mundano:
con conflictos personales, introvertido, dubitativo y auto controlado. Lo de
Jackson es la confirmación de que se trata de un valioso actor, capaz de lograr
todo tipo de personajes a los que le suma casi siempre su cuota de carácter,
inteligencia y personalidad.
El
protegido
resulta muy interesante para los que, por un lado, gustan del suspenso, y por
el otro, para aquellos que admiran y valoran las historietas. Está claro que es
un cómic realista, si cabe el término. Quizá no específicamente por la forma
sino por el fondo. Igual, hay muchas referencias a este arte (directa e
indirectamente). Es un esfuerzo muy bien logrado del director y sus
colaboradores. En este caso, tiene la apariencia de un primer capítulo, aquel
que revela siempre de qué manera y cómo surge la figura del superhéroe. Otro
punto a destacar es su originalidad puesto que no se basa en un personaje preexistente.
¿Se trata de la mejor obra de Shyamalan? Eso, además de ser subjetivo, no se sabe. Todo depende de las preferencias del espectador. Lo que si es cierto es que el director es muy eficaz y un experto en el manejo de la intriga y el suspenso, lo que pone de manifiesto en este magnífico largometraje