Escribir de Ang Lee es referirse a un
director con una extraordinaria sensibilidad para contar historias fílmicas.
Director, productor y guionista, nació en Taiwán el 23 de octubre de 1954.
En 1992 dirige una prometedora película: Manos que empujan. Pero son el Banquete de bodas (1993) y Comer, beber y amar (1994) las que lo
colocan en la consideración del público y la crítica. Ejemplo de ello es su
primer premio: el Oso de Oro de Berlín por Banquete
de bodas, comedia que aborda el tema de la homosexualidad de una forma eficaz
y natural. A partir de este momento Lee inicia su periplo norteamericano en el
que se consolida con una serie de logrados largometrajes que lo consagrarán con
no menos importantes premios.
Con Sensatez
y sentimientos (1995) repite el Oso de Oro y logra el Bafta a mejor
película. A estas alturas bien se puede decir que el realizador ha logrado un
estilo, o quizá un tratamiento particular en la temática de su obra. Se destaca
por presentar las carencias y conflictos internos del ser humano; también las
relaciones interpersonales y el contraste entre lo tradicional y lo moderno
entre los miembros de la familia; además del amor y el desamor.
Territorios que explora en sus siguientes
obras: La tormenta de hielo (1997), Cabalga con el diablo (1999), El tigre y el dragón (2000), Hulk (2003) y Secreto en la montaña (2005). De este grupo, dos resultan
consagratorias: El tigre y el dragón
y Secreto en la montaña. Y con justa razón, ya que se trata de estupendas realizaciones
que incrementan su fama de director apegado al drama humano. La primera es un
delicado relato de amor, acción y artes marciales, de paso reivindica un género
proveniente de China, al que le da categoría de cine arte. En la segunda
retorna al tema de la homosexualidad con una elegancia y sutileza propias de su
filmografía. Aunque Lee aclara en referencia a la película, y no se equivoca,
que el tema central es el amor.
Por El
tigre y el dragón triunfa en el Globo de Oro en las categorías de mejor
director y mejor película extranjera, también logra el Óscar a mejor película
extranjera y el Bafta a mejor director.
Por Secreto
en la montaña gana el Globo de Oro y el Óscar a mejor director, el León de
Oro de Venecia, el Bafta a mejor director y el premio de la crítica cinematográfica
a mejor realizador.
Merced a estas películas y su éxito, Ang
Lee se convierte en un director respetado y admirado por la crítica y el
público lo que no es poco decir, ya que a menudo hay un divorcio entre ambos
bandos.
Cabe comentar que La tormenta de hielo y Hulk, son
producciones igual de interesantes, narradas con el mismo talento pero quizá
sin la notoriedad de las otras. La primera es un drama notable cuyo valor es
indudable pero que el paso del tiempo la ha dejado relegada sin explicación; la
segunda refleja con acierto tanto al personaje y su universo como también una verosímil
estética de historieta en un largometraje.
Sus últimos filmes son: Deseo, peligro (2007), Tomando Woodstock (2009) y La vida
de Pi (2012). Los primeros son producciones de categoría independiente que
no llegaron al público de manera masiva, no obstante se trata de trabajos con
atractivo. Deseo, peligro obtuvo nada menos que el León de
Oro de Venecia. Para su director por segunda vez, luego de la resonante
victoria de Secreto en la montaña. Tomando Woodstock es un original y
acabado relato de la época en que prevaleció la paz y el amor en la juventud.
Pero, sin duda, La vida de Pi, le devuelve la notoriedad y el protagonismo. No
llegó a ganar el Óscar a la mejor película pero obtuvo el de mejor director. Un
reconocimiento igual de meritorio y trascendente. Lo mejor es que como muchos filmes
de Lee, éste se ha convertido en un clásico instantáneo y se seguirá comentando
por mucho tiempo. Destaca la puesta en escena, la fotografía, la trama y las
actuaciones, algo típico de él y su obra.
Sus premios enfatizan su calidad de autor, una aptitud no reñida con su versatilidad
ya que es de aquellos directores capaces de dirigir cualquier género o tipo de obra con la misma efectividad, tal como algunos nombres mayores del sétimo arte: Billy Wilder, Elia Kazan, Ridley Scott, entre otros. No se trata de un director prolífico, pero le basta con la solidez y contundencia de una docena de filmes de muy buen nivel. Lo mejor de todo es que tenemos Ang Lee para rato y de seguro no tardará en sorprender con algo nuevo y valioso como ya nos tiene acostumbrados. Ello, sin dejar de ser emotivo, sensible, sutil y humano, siempre fiel a su espíritu e ideas.