Para Juanito.
Una obra que lo tiene todo. Retrato de la vida misma. Por eso está narrada con el uso de cámara en mano, que se mueve nerviosa registrando a manera de un reportaje o documental, géneros vinculados a la realidad.
Una obra que lo tiene todo. Retrato de la vida misma. Por eso está narrada con el uso de cámara en mano, que se mueve nerviosa registrando a manera de un reportaje o documental, géneros vinculados a la realidad.
Los juegos del
destino es uno
de esos inspirados largometrajes que surge de tanto en tanto y parece producto
de la casualidad (pero no lo es); película de mediano presupuesto que se convierte
en éxito inmediato por una propuesta que exulta humanidad.
Previo a la ceremonia de entrega del Óscar los comentaristas
especializados advertían que se trataba de un fenómeno parecido al ocasionado
hace algunos años por Pequeña miss
sunshine (2006) y podía ofrecer más de una sorpresa. Fue nominada en 8
categorías incluyendo mejor película, director, actor y actriz.
Ha sido calificada de diversas maneras: comedia, tragicomedia,
drama. Efectivamente, es todo eso en un solo paquete. Por tal razón aludíamos al
principio su vínculo con la existencia humana; al comprender que la vida es una
combinación de aquello.
El relato fílmico tiene la particularidad de presentar
situaciones dramáticas que a la vez resultan cómicas. Ello, en virtud al humor
negro que proviene de los diálogos y también de las situaciones. Atrapa al
espectador porque este percibe la sinceridad de sus personajes. En especial de
sus conflictuados protagonistas. Sus problemas, carencias y emociones se
trasladan al público.
Toca un importante tema como es la falta de salud mental y
sus implicaciones: sicológicas, personales, interpersonales, laborales,
emocionales, familiares, etc. Lo fundamental para la historia es que no se
presenta de forma melodramática y mucho menos en plan constructivo. La
naturalidad con que se muestra cala con mayor efectividad y profundidad. Ese es
precisamente el elemento primordial con la que está impregnada la obra: la
naturalidad de la sencillez y espontaneidad.
La que se traduce en verosimilitud, ingenio, chispa; dínamo
del que se acogen los actores y sus personajes, el guion y la fotografía, pues
todo está dispuesto para que funcione en este eje. Los temas desde luego son
trascendentes pero al mismo nivel que la narración.
Difícil hallar en un filme risas y lágrimas de la manera
como Juegos del destino lo consigue.
Estamos frente a un vendaval de emociones y pasiones. Adrenalina que se ofrece
a través de imágenes, diálogos y acciones de ritmo vivaz.
Otro contenido, quizá el medular, está en el romance. Muchos
consideran que es comedia romántica. Para nosotros es drama romántico. Existe
conjunción de amor y drama; dos corazones rotos que se encuentran; pero no se
explora solo en este tópico, también se incluye la dura problemática de cada
uno y su relación familiar y amical. Por ello resulta difícil categorizarla.
Efectivamente, familia y amistades forman parte importante
en el filme. Por un lado se presentan los conflictos usuales y por otro los
inconvenientes que acarrea convivir con una persona con problemas mentales. Como
muestra están aquellas escenas que presentan situaciones límite que despiertan
risas a pesar de ser dramáticas.
Como se ha escrito antes lo dramático que resulta gracioso
es la característica central del relato fílmico y el sello que la hace
diferente a otras propuestas. Mérito indudable de su realizador David O.
Russell, respetado director de cine independiente quien demuestra su ingenio y
valía, y que con Juegos del destino ha
logrado mayor reconocimiento.
Lo mismo ocurre con un excelente reparto que encabezan los
notables Bradley Cooper y Jennifer Lawrence. Maravilloso dúo que será recordado
por su formidable participación. Cabe resaltar que Lawrence obtuvo el Óscar a la
mejor actriz. Por su parte, Cooper no logró triunfar pero estuvo en una difícil
terna que tuvo como favorito a Daniel Day Lewis. Sin embargo, ningún premio
puede opacar su excelente actuación.
Juegos del destino está llena de momentos memorables. Los encuentros entre Tiffany y Pat (Lawrence y Cooper), trotando; la primera “cita” que culmina en desastre; la discusión familiar en la que Tiffany aclara al padre de Pat (De Niro); y el baile final entre ambos (Tiffany y Pat).
Es una película rica en matices dramáticos. Aparecen
discusiones y argumentaciones; amor y desamor; enfermedad y cura; risas y
llantos; incomprensión y comprensión; realidad y destino. También plantea el
lado bueno de las cosas; el director se da maña para mostrar lo positivo dentro
de lo negativo, como aquél refrán popular que reza: no hay mal que por bien no
venga. Después de todo, las historias de superación personal no son ajenas a la
existencia.
Maravillosa joyita del sétimo arte, no hay duda que Russell
deja para la posteridad esta pequeña gran obra que, estoy seguro, se convertirá
en clásico.
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