sábado, 7 de diciembre de 2013

Calles peligrosas (1973-2013) Film fundador del Universo Scorsese


Calles peligrosas celebra tres décadas. Largometraje muy importante en sí pero también para su director Martin Scorsese, dado que representa el punto de partida como cineasta independiente.
 
Se trata de una obra fundacional en la que se advierte el estilo que más adelante daría a su director el reconocimiento de crítica y público, el mismo que amalgama: poderosa trama, personajes bien diseñados, destacado elenco actoral, encomiable fotografía, magnífico lenguaje audiovisual, excelente banda sonora, determinados en una narrativa particular. 
 
A esto se agrega su versatilidad en el uso de los géneros cinematográficos pero sobretodo destaca por presentar en cada historia y de modo realista las complejidades del ser humano.
 
Es ejemplo de realizador independiente norteamericano; autor en todo el sentido de la expresión, es decir, alguien cuya propuesta artística está por encima de la banalidad y la simpleza.
 

Con esta película de amistad juvenil y sus vínculos, (sumado algo de cine gansteril), Scorsese llamó la atención y se hizo de un espacio en la nueva hornada del cine norteamericano junto a Francis Ford Coppola, Brian De Palma, George Lucas y Steven Spielberg.

También dejó en evidencia su interés por los grupos de la Cosa Nostra: integrantes, relaciones, intereses, costumbres, códigos, etc. Argumentos que desarrollaría con mayor amplitud en: Buenos muchachos (1990), Casino (1995), y Los infiltrados (2006).

Precisamente, otro ítalo americano como Coppola estrenó un año antes la notable: El padrino (1972). Aunque no pretendemos comparar ni restarle valor a Calles peligrosas; son obras diferentes; quizá la única similitud se encuentra en el tratamiento de los vínculos entre gansters.  

Los acontecimientos transcurren en Nueva York, escenario que repetirá en  films posteriores. En ese sentido, es ampliamente conocido el romance entre Scorsese y su ciudad natal. De ello dan cuenta entre otras: Taxi driver (1976), New York, New York (1977), Después de hora (1985), La edad de la inocencia (1993), Vidas al límite (1999) y Pandillas de Nueva York (2002).

Como ha declarado en muchas oportunidades el director cuenta en sus películas historias que vio y vivió en su barrio, de tal manera que este es un relato semi autobiográfico. Charlie posee una cuota religiosa al igual que Scorsese en su juventud.
 
Trabajan dos de los actores de sus primeros y reputados estrenos: Harvey Keitel y Robert De Niro. Claro está, con el último los uniría una sociedad indesligable, presente en las mejores  producciones del realizador: Taxi driver, Toro salvaje (1980), y Buenos muchachos. El hecho es que la dupla logró reconocimiento, premios, y lo mejor, notables films.

Como se plantea líneas arriba Calles peligrosas trata de amistad y juventud; incluye, asimismo, violencia, humor y religión, ingredientes que se condensan a lo largo de sus más de veinte largometrajes.

Es excelente ejercicio de autor. Demuestra con claridad el talento, y porque no, la genialidad en ciernes de un fabuloso cineasta que habría de concebir una serie de obras maestras. Es la pequeña maestra de las obras maestras. Y debe ser admirada y reconocida porque fue el primer paso de Martin Scorsese en el camino hacia su madurez y maestría como artista y resume muy bien lo mejor de su aptitud y actitud profesional.

jueves, 31 de octubre de 2013

Calles peligrosas (Mean streets, EUA, 1973)




Calles peligrosas tiene su mayor virtud en el realismo plasmado por su director Martin Scorsese, a través de las actuaciones, el uso de cámara y de la ciudad (Nueva York). Efectivamente, es una película en la que, a la manera de la Nueva Ola (cinema verite), se relata con desenfado una historia con métodos cinematográficos sencillos. Prolífico uso de paisajes citadinos, personajes verosímiles y convincentes y una movediza cámara que grafica acciones.

El realizador recurre a sus recuerdos de juventud para la creación de su primer largometraje independiente; es una obra acerca de la amistad, los jóvenes y sus respectivas búsquedas y problemáticas. Por cierto, también aparecen palomilladas e instantes divertidos, que invariablemente se desarrollan en calles, autos, cines y bares. En este sentido, es una suerte de tributo a una etapa de la vida en la que los amigos son más importantes que todo. Al mismo tiempo se vincula al grupo con el barrio. El barrio es importante: da sentido de pertenencia, identidad, aparte de ser el epicentro de vivencias.  

La trama gira en torno a Charlie (Keitel), centrado joven católico (que quiere labrarse su espacio en la cosa nostra), quien le da sentido a su vida con su fe y a la vez le sirve de soporte para ayudar al que necesita. Le gusta divertirse como todos pero a la vez busca su lugar en el mundo: representa el paso de la juventud a la madurez. Además está su amigo Johnny Boy (De Niro): apostador y timador; alocado y desafiante; quien por alguna razón no desea cambiar su forma de ser; un pendenciero que arrastra a Charlie a un callejón sin salida, pese a la unión de ambos y la ayuda de éste. 

Los conflictos de la obra son varios: la relación entre Charlie y Johnny; el romance entre Charlie y Teresa, impedido por el tío; su lucha personal entre lo espiritual y lo mundano. Empero, estos problemas no son relatados de una forma tradicional norteamericana sino al estilo europeo; por ello califica como obra de autor.    

También se advierte el honor, que juega rol importante en la obra y sus protagonistas. Es el ingrediente del que se nutre la Mafia. Su palabra y el respeto a ésta poseen valor, salvo que alguien rompa con esa condición. Son códigos inquebrantables. La traición o deslealtad se pagan con sangre. 

Dos actores encarnan sobresalientemente a Charlie y Johnny Boy: Harvey Keitel y Robert De Niro. Cabe resaltar que por este rol De Niro obtuvo dos premios como mejor actor de reparto: el de los Críticos de cine de Nueva York  y el de la Sociedad Nacional de Críticos de Cine.   
 
Las magníficas actuaciones se sostienen de un interesante guion elaborado por Martin Scorsese y Mardik Martin. En el mismo, abundan los diálogos: naturales, frescos, divertidos. Muy al estilo ítalo americano (excesivo, enfático, cariñoso, gracioso, rítmico). Destaca también el uso del monólogo interior, que grafica los pensamientos de Charlie.    

Otro factor para resaltar es el uso de la ciudad como personaje. Como se planteó antes, muchas de las escenas exteriores se desarrollan en las calles de Pequeña Italia y otras en la ciudad de Nueva York. Sabido es que las urbes tienen personalidad propia, lo que le otorga atmósfera especial a la historia, dándole realce extra. Participan activamente: calles, avenidas, callejones, techos, azoteas, cementerio, etc.  Adicionalmente, se une la festividad que incluye una procesión que se ve durante la trama.

Al inicio dimos cuenta de una cámara movediza que registra acciones. No cabe duda que el aspecto visual está acorde con la historia que se cuenta (de paso le hace justicia al título). No solo vemos un eficaz uso de cámara en mano sino también diversidad de encuadres que resaltan la ciudad y sus recovecos; tomas en picado y cenit; planos secuencia que introducen al universo de los personajes; y la pausa del ralentí (o cámara lenta) que enfatiza instantes dramáticos.

Calles peligrosas es acerca de vínculos amistosos juveniles y su problemática. Sumado a ello una pizca de filme gansteril, de manera familiar y natural, sin aspavientos. Queda como referente de obras de este estilo como: Los inútiles (1953) de Federico Fellini y Rebelde sin causa (1955) de Nicholas Ray; clásicos del sétimo arte. La rebeldía es inherente a la juventud y este relato fílmico lo deja en claro.
 

Scorsese luce como realizador de este importante filme; con poco logra mucho.  Su talento es indiscutible como esta pieza que tributa a la Pequeña Italia y la amistad entre sus habitantes.     

jueves, 22 de agosto de 2013

Excéntrico soñador: A propósito de Ed Wood (1924-1978)


Ed Wood tuvo una vida singular como sus películas. Edward D. Wood Jr. nació el 10 de Octubre de 1924 en Poughkeepsie, Nueva York. Participó como soldado (Marine) en la Segunda Guerra Mundial. Por tal razón fue condecorado. Precisamente, durante la guerra, perdió la dentadura al chocar con la cacha de un fusil. Además combatió con panty medias debajo del uniforme lo que demuestra su gusto por la ropa femenina. Todo un excéntrico.
 
Después de la guerra anduvo en un circo itinerante y luego llegó a Hollywood. Allí escribió, actuó y dirigió varias obras de teatro de serie Z. Es decir, bastante marginales e intrascendentes. En 1947 fue extra y doble de riesgo. Además escribió reseñas, hizo algunas obras cinematográficas y publicitarias.  

En 1953 escribe y dirige Glen or Glenda, uno de sus largometrajes más reconocidos posteriormente. Está basado en las experiencias de la vida real del transexual Christine Jorgensen. Aunque, en realidad, se convirtió en una excusa para presentar el travestismo del realizador. Se sabe que adoraba las chompas de angora. Ed Wood participa como actor junto a su pareja Dolores Fuller, además aparece Bela Lugosi, ídolo de la niñez de Wood, cuya carrera por entonces estaba liquidada.

No obstante, Wood le otorgó los últimos roles de su dilatada trayectoria, y a la par formaron verdadera amistad. Es cierto que a la vez lo usaba como “gancho” para financiar sus proyectos. Obvio, a cambio de esto Lugosi recibió ingreso económico.  
 
Su siguiente largometraje fue Jail bait (1954) en el que actúa, escribe, produce y dirige. Al año siguiente hizo Bride of the monster, su filme más convencional y coherente. Antes de realizar la obra por la que pasaría a la historia, escribe The violent years (1956) y The bride and the beast (1958).

En 1959 presenta la famosa Plan 9 from outer space. Tal como le gusta:   produce, escribe, dirige y actúa. Incluye a su gran amigo Lugosi (ya había fallecido), en una escena inédita, en la que se le ve oliendo una flor y llorando. La promocionó como la última película de Bela Lugosi, fue su manera de rendirle homenaje y a la vez obtener promoción publicitaria. Plan 9 fue su obra más apreciada, por la que pasó al recuerdo.   

Para ese entonces ya había juntado un grupo de fieles amigos (actores) que participaban de sus producciones: Bela Lugosi, John “Bunny” Breckridge, Dolores Fuller, Tor Johnson, Loretta King, Vampira (Maila Nurmi), Criswell, etc. Junto a Wood formaron una pandilla inseparable de seres bizarros y marginados del sistema.
 
De 1960 a 1973 escribió, participó y dirigió otras películas que no alcanzaron la notoriedad de sus antecesoras: The sinister urge, Revenge of the dead, Shotgun wedding, Orgy of the dead, 1,ooo,ooo AC-DC, Take it out of trade, Class reunión, Fugitive girls, The cocktail hostesses, Necromancy.   

Al final de su vida, siendo alcohólico consuetudinario y luego de haber dirigido filmes de horror y ciencia ficción, se dedicó (en los setentas) a escribir y dirigir pornografía. En 1978 falleció en la quiebra. Tenía solo 54 años.  

No tuvo una vida fácil. Debió esforzarse al máximo para conseguir financiamiento, por ello tuvo que hacer concesiones que colaboraron a incrementar lo extraño de sus argumentos. A él no pareció importarle, su amor al cine y sus excentricidades fílmicas estaban por encima de todo. 

Fue considerado el peor director de la historia por sus pares norteamericanos, pero de alguna forma su terquedad dio frutos. Quiso ser cineasta y lo logró; contó las historias que quería hacer y obtuvo un estilo personal; buscó reconocimiento y también lo consiguió.

Hoy su obra es objeto de culto, y sin habérselo propuesto dispuso las bases de un cine en el que lo absurdo, situaciones extrañas y salidas de contexto son el eje narrativo. No por nada sus mejores films se aproximan al arte Dada. Incluso en 1992 Rudolph Grey escribió un libro basado en él: Nightmare of Ecstasy: the life and art of Edward D. Wood, Jr.  

En una entrevista (Premiere) a Kathy Wood, su viuda, a raíz del estreno de la película Ed Wood de Tim Burton, declaró que no fue justa la forma en que murió. Lamentó porqué toda esa publicidad no ocurrió antes, que a él le hubiera encantado.


 

A pesar de todo, Ed Wood forma parte del sétimo arte que tanto quiso con locura. Muchas veces, los marginados del ayer son los recordados de hoy.

domingo, 4 de agosto de 2013

Ed Wood (EUA, 1994)


 
Esta es la historia de un cineasta extraño, fuera de lo común. Un excéntrico. Rey del absurdo. Un loco cuya pasión era hacer películas raras, que combinan géneros que, en apariencia, no tienen vínculos.
 
Tim Burton, un director igual de inusual le rinde tributo. Son conocidos sus relatos de personajes a contracorriente. A él le interesan las tramas protagonizadas por seres al margen del sistema establecido, de modo que Ed Wood le viene como anillo al dedo.
 
Biopic (película biográfica) que además de la vida y obra de Wood, muestra una serie de personajes marginales a los que el cineasta se va asociando a la vez que recluta para sus largometrajes. Principalmente, se centra en la amistad entre el realizador y Bela Lugosi.

En tal sentido es un homenaje a ambos y con ello al género de terror, las primeras versiones de Drácula y los monstruos surgidos posteriormente como: Frankenstein, el Hombre Lobo, etc. Es además reconocimiento a los hombres símbolo de géneros de horror y ciencia ficción como también al cine, ya que a través de la presentación de momentos de rodaje de películas en la trama se interioriza en este mágico proceso.
Visualmente, se impone el expresivo blanco y negro, su estética clásica de sombras y claros con la que se consigue excelente atmósfera y recreación de época.

Está presente el amor visceral de un hombre por el cine. Su “soledad”, anhelos y rotundos fracasos. Un realizador que supera sus caídas para continuar; aunque la mayoría no lo tome en cuenta. Wood fue un optimista que solo quería contar sus propias historias aunque fueran disparatadas.

Un ingrediente notorio es la ironía del humor negro. La película tiene permanentes chispazos de humor, como aquella escena de la fiesta de fin de rodaje en la que Wood baila ataviado de disfraz femenino y su infaltable chompa de angora. Algo positivo es que se equilibran momentos dramáticos con humor. Sin ser una comedia en sentido estricto, hay instantes que provocan risa.

Como se ha escrito líneas arriba, buena parte del filme relata el vínculo entre Wood y Lugosi. Se sabe que este fue ídolo de la niñez de Wood y que cuando se encuentran forman una sociedad indivisible. Por un lado, el realizador lo rescata del olvido y usa como estrella y modo de financiación de sus filmes; por otro, el actor retorna a la pantalla grande. En esa etapa Bela Lugosi era un actor en decadencia y adicto a la morfina, lo que le adiciona drama a la historia. Ha sido extirpado de la sociedad por su adicción y Wood es el único que lo acoge y apoya. Acaso por ser un paria como él.

Ed Wood es el relato de un incomprendido calificado por sus compatriotas como peor director de la historia. Un apasionado de la actividad cinematográfica que cometía errores groseros que explicaba como licencia dramática; el mismo que no dudaba en hacer concesiones descabelladas a sus obras con el fin de financiarlas. Es cierto que sus filmes de bajo presupuesto rallaban en lo absurdo pero al menos se hizo de un estilo.

En cierta forma Wood fue un adelantado a su tiempo; la utilización de tramas, situaciones y personajes incoherentes o extraños se emplearon con más asiduidad posteriormente. Quizá sea por eso que se convirtió en director de culto. Tiene su legión de hinchas. Claro, es evidente que su obra pertenece a minorías como siempre lo fue.   

Burton logra un relato memorable en el que se mezclan situaciones insólitas y personajes extravagantes pero donde también hay espacio para las aspiraciones profesionales, logros, amistad, solidaridad, unión, amor. La suya es una historia a su forma en la que al interior del drama se percibe algo dulce e ingenuo. Ello es lo que la hace más interesante y original. Aunque a decir de algunos se haya tomado sus licencias.

De otro lado, los actores que encarnan a Wood, Bela y toda la troupe se lucen. En especial Johnny Depp y Martin Landau que están superlativamente magníficos (permítanme los adjetivos). Para este rol Depp adquiere personalidad especial en los gestos y la voz, lo que ofrece verosimilitud al personaje y su época. Landau, por su parte, encarna con notable solvencia al mismísimo Bela Lugosi y no deja duda sobre su talento actoral. Extraordinario en todo: pronunciación, movimientos corporales, expresiones de rostro. ¡Magnífico! Cabe indicar que recibió merecidamente el Óscar a mejor actor de reparto.

Excelente biopic contado con humanidad, sensibilidad y humor. Como colofón queda la idea que Wood logró lo que se dispuso: una obra fílmica. En este sentido la película es un repaso por sus filmes más emblemáticos: Glen or Glenda (1953); Bride of the monster (1955); y Plan 9 from outer space (1959).
 
Así como Wood pasó a la historia por Plan 9… Tim Burton logró una obra maestra por la que seguro, se le recordará siempre.  

miércoles, 17 de julio de 2013

In memoriam James Gandolfini: recio y sensible


Hay actores que nacen para un rol. Así ocurrió con James Gandolfini y Tony Soprano. Gandolfini se fue pero Soprano queda para siempre lo que contra fácticamente hace que Gandolfini permanezca vivo.
 
James Joseph Gandolfini hijo (1961-2013), falleció el 19 de Junio a los 51 años de edad. Su partida fue prematura, aun tenía mucho por vivir y actuar pero un ataque al corazón se lo impidió.


Por tal razón, le rendimos homenaje haciendo un balance de su actividad artística. En su faceta de actor tuvo dos vertientes: el cine y la televisión. En la primera, a pesar de trabajar en roles secundarios o de reparto la mayoría de veces, logró reconocimiento. Se convirtió en una presencia familiar de filmes sin llegar a ser estrella. Sin embargo, no significa que no fuese valorado pues hay muchos y grandiosos intérpretes bajo esa condición.
 
Participa en: True romance (1993); Máxima velocidad (1994); Marea roja (1995); Get shorty (1995); Perdita Durango (1997); Medianoche en el jardín del bien y del mal (1997); Caídos (1998); Una acción civil (1998); 8mm (1999); La Mexicana (2001); El hombre que nunca estuvo (2001); El último castillo (2001); Todos los hombres del rey (2006); Secuestro de Pelham 123 (2009); Mátalos suavemente (2012); La noche más oscura (2012).
 
Algunas populares y otras notables películas en las que recordará, seguramente, haberlo visto. En todas, algunas en roles muy pequeños, dejó su sello, se hizo notar. Talento tenía, quizá faltó un director que se la jugará por él para un protagónico.  
       
 

Paradójicamente, fue en televisión donde pudo consagrarse merced a su rol en la serie Los sopranos. Su papel de Tony Soprano lo hizo mundialmente conocido. En ella pudo demostrar su dote interpretativa obteniendo un Globo de Oro (2000) y tres premios Emmy (2000, 2001 y 2003) como mejor actor en serie dramática.
Era un actor sólido y natural, que supo sacar partido de su lado violento y también de su perfil afable, aspectos de su personalidad que trasladaba a sus personajes. Su rostro adusto y sus características ítalas hacía que le otorgaran roles de carácter que a menudo se combinaban con un lado tierno. No se sabe si así eran planteados en el guion o si acaso él le dio a sus criaturas ese perfil dual más humano. No es coincidencia que muchas de sus actuaciones presentaran esos rasgos; ocurre en Get shorty, Caídos, La Mexicana, El hombre que nunca estuvo, Todos los hombres del rey. “Duros” con sensibilidad.
  
 
No es casualidad que Tony Soprano tuviera también esa forma de ser: agresiva y afectiva. Fue Gandolfini quien dotó a sus personajes de contradicciones naturalmente humanas. Lo que dice mucho acerca de su talento y capacidad actoral. Pasar como hombre común acaso fuera su mayor virtud y quizá el motivo por el que fuera aceptado o rechazado como intérprete.

El hecho es que logró destacar. Y gracias a la televisión se convirtió en estrella. Mérito indudable de David Chase creador de Los soprano, elegida como mejor serie de todos los tiempos. Trabajó en ella de 1999 a 2007. Participó en 86 episodios y llegó a ganar un millón de dólares por capítulo.
 
Gandolfini nació en Westwood, Nueva Jersey; fue hijo de padre italiano y madre norteamericana criada en Italia, motivo por el que en su casa, en la que se hablaba italiano, tuvo una marcada influencia de esa cultura. Esto, sin duda fue clave para su futuro rol de Tony Soprano.
 
Se sintió como pez en el agua haciendo de capo de la mafia. Por fin podía tener un protagónico al cual sacarle partido. Encarnó un gánster humano, no una caricatura como la que se ve en algunas películas; hombre de familia con problemas normales en el seno de esta y también fuera (en su trabajo). Un mafioso que asiste al siquiatra y toma Prozac. 
 
Supo darle el toque que lo acompañó en los papeles secundarios que interpretó en el cine: duro con atisbos de bondad. Malo bueno a la manera de los roles que encarnó el gran Humphrey Bogart.  
 
Más allá de cifras millonarias y fama, lo importante es que pudo lucirse como actor. Para un intérprete trabajar es muy bueno pero obtener un personaje rico en matices es un premio. Él lo logró, a pesar que no fue fácil, y se convirtió en leyenda. Gracias, James Gandolfini.

miércoles, 10 de julio de 2013

Los juegos del destino (Silver linings playbook)

                                                                                                                                       
                                                                                                                                        

Para Juanito.    
       
Una obra que lo tiene todo. Retrato de la vida misma. Por eso está narrada con el uso de cámara en mano, que se mueve nerviosa registrando a manera de un reportaje o documental, géneros vinculados a la realidad.  

Los juegos del destino es uno de esos inspirados largometrajes que surge de tanto en tanto y parece producto de la casualidad (pero no lo es); película de mediano presupuesto que se convierte en éxito inmediato por una propuesta que exulta humanidad.  

Previo a la ceremonia de entrega del Óscar los comentaristas especializados advertían que se trataba de un fenómeno parecido al ocasionado hace algunos años por Pequeña miss sunshine (2006) y podía ofrecer más de una sorpresa. Fue nominada en 8 categorías incluyendo mejor película, director, actor y actriz.

Ha sido calificada de diversas maneras: comedia, tragicomedia, drama. Efectivamente, es todo eso en un solo paquete. Por tal razón aludíamos al principio su vínculo con la existencia humana; al comprender que la vida es una combinación de aquello.

El relato fílmico tiene la particularidad de presentar situaciones dramáticas que a la vez resultan cómicas. Ello, en virtud al humor negro que proviene de los diálogos y también de las situaciones. Atrapa al espectador porque este percibe la sinceridad de sus personajes. En especial de sus conflictuados protagonistas. Sus problemas, carencias y emociones se trasladan al público.

Toca un importante tema como es la falta de salud mental y sus implicaciones: sicológicas, personales, interpersonales, laborales, emocionales, familiares, etc. Lo fundamental para la historia es que no se presenta de forma melodramática y mucho menos en plan constructivo. La naturalidad con que se muestra cala con mayor efectividad y profundidad. Ese es precisamente el elemento primordial con la que está impregnada la obra: la naturalidad de la sencillez y espontaneidad.

La que se traduce en verosimilitud, ingenio, chispa; dínamo del que se acogen los actores y sus personajes, el guion y la fotografía, pues todo está dispuesto para que funcione en este eje. Los temas desde luego son trascendentes pero al mismo nivel que la narración.

Difícil hallar en un filme risas y lágrimas de la manera como Juegos del destino lo consigue. Estamos frente a un vendaval de emociones y pasiones. Adrenalina que se ofrece a través de imágenes, diálogos y acciones de ritmo vivaz.     

Otro contenido, quizá el medular, está en el romance. Muchos consideran que es comedia romántica. Para nosotros es drama romántico. Existe conjunción de amor y drama; dos corazones rotos que se encuentran; pero no se explora solo en este tópico, también se incluye la dura problemática de cada uno y su relación familiar y amical. Por ello resulta difícil categorizarla.

Efectivamente, familia y amistades forman parte importante en el filme. Por un lado se presentan los conflictos usuales y por otro los inconvenientes que acarrea convivir con una persona con problemas mentales. Como muestra están aquellas escenas que presentan situaciones límite que despiertan risas a pesar de ser dramáticas.

Como se ha escrito antes lo dramático que resulta gracioso es la característica central del relato fílmico y el sello que la hace diferente a otras propuestas. Mérito indudable de su realizador David O. Russell, respetado director de cine independiente quien demuestra su ingenio y valía, y que con Juegos del destino ha logrado mayor reconocimiento.

Lo mismo ocurre con un excelente reparto que encabezan los notables Bradley Cooper y Jennifer Lawrence. Maravilloso dúo que será recordado por su formidable participación. Cabe resaltar que Lawrence obtuvo el Óscar a la mejor actriz. Por su parte, Cooper no logró triunfar pero estuvo en una difícil terna que tuvo como favorito a Daniel Day Lewis. Sin embargo, ningún premio puede opacar su excelente actuación.

Juegos del destino está llena de momentos memorables. Los encuentros entre Tiffany y Pat (Lawrence y Cooper), trotando; la primera “cita” que culmina en desastre; la discusión familiar en la que Tiffany aclara al padre de Pat (De Niro); y el baile final entre ambos (Tiffany y Pat).

Es una película rica en matices dramáticos. Aparecen discusiones y argumentaciones; amor y desamor; enfermedad y cura; risas y llantos; incomprensión y comprensión; realidad y destino. También plantea el lado bueno de las cosas; el director se da maña para mostrar lo positivo dentro de lo negativo, como aquél refrán popular que reza: no hay mal que por bien no venga. Después de todo, las historias de superación personal no son ajenas a la existencia.    

Maravillosa joyita del sétimo arte, no hay duda que Russell deja para la posteridad esta pequeña gran obra que, estoy seguro, se convertirá en clásico.

          

miércoles, 3 de abril de 2013

Django sin cadenas (Django unchained, EUA, 2012)


 Para Rodrigo
 
Tarantino sigue fiel a su estilo, y logra otro estupendo filme. Es bueno que se tome su tiempo para realizar una obra, porque cada vez que lo hace regresa recargado.

Él es un cineasta cinéfilo, y una de sus características es rendirle tributo a películas, directores o actores que lo hayan impresionado y admira. Se le acusa de “robar” ideas de otras obras pero no es así, las toma prestadas y las transforma a su modo. Es un creador que gusta de “homenajear”. Aunque lo niega tajantemente, dice que funciona dentro de géneros y subgéneros, los que estudia antes de rodar un filme. 

Esta vez le toca el turno a Django, western de antología dirigido por Sergio Corbucci (1966), perteneciente a la época de los spaghetti western realizados en Italia y España las décadas del 60 y 70. Claro, el realizador le ha hecho cambios, lo que la vuelve más cruenta, humana y política.

Por ejemplo: se sitúa en EUA, en el periodo de esclavitud, y Django es un esclavo liberado que se transforma en caza recompensas. Por supuesto, estas modificaciones le dan mayor dramatismo al conjunto, con lo cual trasciende las barreras del género, convirtiéndose en temática universal.

Se puede decir que Django sin cadenas es un aporte al género y una contribución al cine. Es clásico instantáneo que perdurará en el tiempo, pues Tarantino ha sido fiel al subgénero con el cual posee cosas en común; la violencia y lo sangriento no son nuevos en él. Estamos seguros que escogió el tema y el subgénero por sus preferencias cinematográficas y estilo; y está como pez en el agua.

Hay que destacar, sobremanera, un excelente guion original (escrito por Tarantino) en el que sobresale la trama, rica en contenido, pero también en diálogos, en los que abunda la sátira y humor negro. Se sabe que es característica del director amalgamar la historia con “sabrosos” diálogos.

Sin buenos intérpretes esta historia no se consolidaría, y vaya que resalta el elenco. Hay enormes actuaciones comenzando con los magníficos Jamie Foxx y Christoph Waltz, en roles que les calzan a la medida. Leonardo Di Caprio está ¡fabuloso! e ¡impresionante! Samuel Jackson, ¡perfecto! Los cuatro están en un nivel superlativo.  

Por otro lado, se destaca el uso del lenguaje cinematográfico. Tanto en la utilización de planos y acercamientos a la manera del subgénero como las tomas desde arriba (picados) que por momentos nos remiten a Martin Scorsese. También aquellas escenas de disparos asumidas como espectaculares coreografías.  Además, hay espacio para mostrar una bella fotografía paisajística  como es común en el género (western). Claro que no aparece de forma gratuita sino como referente de localización.
 

 

Sin embargo, es una obra que no destaca solo por la violencia como podría pensarse, sino que tiene un sentido, un fondo, sin tornarse por ello en panfleto. Es decir, la violencia no es mero ejercicio del género, también proviene del lado de la esclavitud. Se combina el western europeo (spaghetti) con el norteamericano, logrando un equilibrio entre ambos.  De paso, Tarantino reinventa el western norteamericano (el tema tratado no se ha dado antes, pero es incorporado a la manera de una película de vaqueros). En eso radica la importancia del largometraje.

Es innegablemente político porque a la vez que impera la aventura, también es suerte de denuncia del racismo, la esclavitud y el abuso en Norteamérica (y también en el mundo). En ese sentido es un tema que atañe a toda la humanidad y que sin querer quizá, lleva a la reflexión. El western escapa de su lado de entretenimiento y acción para volverse algo más.

El hilo conductor de la trama es la venganza, la revancha de un esclavo (Foxx) en aquellos que les causaron daño a su esposa (Kerry Washington) y a él. Con furia y poder Tarantino inscribe su nombre con mayúsculas en el western y el western se lo agradece. A riesgo de exagerar pienso que desde Los imperdonables no se veía un filme tan logrado y personal como este.

La música es otro de los apartados sobresalientes. Contribuye con creces en la atmósfera de la historia al más puro estilo de los westerns en referencia. No extraña dado que se sabe de la forma como el realizador emprende sus proyectos (la banda sonora es una de las prioridades).
 

Finalmente, en Django sin cadenas como antes con Bastardos sin gloria se rescriben hechos de la historia merced a valientes que logran poner en su sitio a los megalómanos y prepotentes de siempre. ¿Idealismo del director? Es posible, después de todo la vida puede ser mejor en la ficción.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Gigantes de acero (Real steel, EUA, 2011)


Hay obras cinematográficas que se realizan para emocionar al público. Gigantes de acero es prueba de ello. Enaltece el espíritu y pone el ánimo al tope.

Desde el inicio se intuye que es diferente. Es un largometraje de ciencia ficción medio atípico. En el género, usualmente, abundan los elementos tecnológicos. En este caso, la referencia principal está en los robots; el resto, salvo computadoras y celulares, permanece igual, lo que le otorga un halo más humano. Empero, no es casual que sea un lugar donde sus pobladores utilicen  tecnología para sus fines sin ser “esclavos” de ella. Con ello se refuerza la propuesta del filme.

Es un relato en el que tácitamente se compara lo humano con lo no humano; además de lo moderno (vigente) con lo antiguo (caduco). Adicionalmente, pero no menos importante, es el vínculo adulto niño.

Precisamente, en la relación entre padre e hijo está la base de la propuesta fílmica. Es de aquellas en las que el lazo familiar, al principio tirante, se va haciendo más estrecho con el paso del tiempo. Acierta el director Shawn Levy en su proposición de combinar lo familiar con lo deportivo. Le saca provecho al máximo y logra un resultado espectacular.

En un mundo en el que el boxeo entre hombres ha perdido su esencia, se impone lo tradicional. Alguien puede opinar que la obra se regocija en buenos actos y tiene un guion predecible. Puede ser. Sin embargo, no le quita que es clave la exaltación de lo humano. Esa es la idea del realizador; quien sabe de sobra lo que plantea. No obstante, las situaciones tampoco son tan evidentes.
 
 
El largometraje une varios temas: amistad, amor, lucha, derrota, perseverancia, éxito, etc. También posee elementos de ciencia ficción, drama e historia de boxeo. Por razones obvias, tiene parentesco con Rocky y El campeón.

Otro tema a resaltar es la bellísima música del genial Danny Elfman, colaborador habitual de Tim Burton. Le pone la cuota de ambiente rural y sus composiciones participan activamente de las situaciones, enriqueciéndolas.

Encanta también la química entre Hugh Jackman, Dakota Goyo y Evangeline Lilly. Jackman ¡está magnífico!, se adueña del personaje y lo hace verosímil. El joven Goyo, destaca y demuestra que es actor idóneo a pesar de su edad; sobresale por mérito propio. La bella y talentosa Lilly, a pesar de sus breves apariciones, tiene un magnetismo especial que no pasa desapercibido; además es muy natural. De a pocos va ganando espacio en la pantalla grande.

Gigante de acero es un filme de ciencia ficción que rinde tributo al hombre; trasciende porque es muy emocionante sin dejar de ser espectáculo. Es digamos, la combinación perfecta, el punto de equilibrio entre tecnología y humanidad, un ejemplo utilizado como subtexto en el argumento pero también a través de la obra en sí misma, sin excesos de ningún tipo.     


miércoles, 27 de febrero de 2013

Río Místico (Mystic River, EUA, 2003)


Indudablemente, Clint Eastwood logra otra magistral obra. Recordemos, por ejemplo, notables filmes como: El jinete pálido (1985), western de excelente factura; Bird (1988), brillante biopic del saxofonista Charlie Parker; Cazador blanco, corazón negro (1990), estremecedor y efectivo relato a medio camino entre la cacería y la realización cinematográfica; la mítica Los imperdonables (1992); y la romántica Los puentes de Madison (1995).

Río Místico mantiene el estilo de su director: conciso y concentrado pero profundo y efectivo. Abarca varios géneros: drama, policial y suspenso. Todo está en su lugar: acertadas actuaciones, encomiable fotografía, sólida trama, inspirada producción, etc.

Uno de los méritos es que la historia se aparta de lo moralizante. No se juzga ni mucho menos se interpone en la narración. Permite que los hechos se desarrollen de la forma más natural posible. La ficción termina superando la realidad; Eastwood logra lo que pocos son capaces de hacer; liberarse, olvidar que está realizando cine y deja que todo fluya con sus propios cánones y lógica particular.

Es quizá, junto a Los imperdonables, la película más “dura” de su autor. Dramática pero sin exacerbarse en la violencia y crueldad; como un bisturí, corta suave pero con dolorosa profundidad.

Los personajes están definidos con buena dosis de carga sicológica. No son títeres que repiten diálogos, son seres con defectos y virtudes. Con conflictos internos y externos.

La metáfora que se sustrae de la obra es lo terrible y complicada que puede ser la vida. Un hecho fatal está a la “vuelta”, transformándolo todo para siempre. Es el azar al que estamos sujetos, el destino al acecho dificultando la existencia.

Es un drama policial en el que se enfatizan los sentimientos: sufrimiento, dolor, venganza, etc. Más que la captura del asesino importan las reacciones, situaciones, comportamientos e interrelaciones humanas. Esa es la riqueza del filme.

No obstante, no se deja de lado el descubrimiento del culpable; la duda está siempre presente. Las pesquisas parecen guiar hacia un culpable pero el misterio se mantiene hasta el final, con lo cual el suspenso se convierte en  factor clave.


Los acontecimientos involucran a tres amigos de infancia. Sean Divine (Bacon), investigador del caso; Dave Boyle (Robbins), quien vive deprimido y atormentado por su pasado; Jimmy Markum (Penn), debe lidiar con el asesinato de su hija.


Con sabiduría Eastwood va conjugando pasado y presente. Se fusionan imágenes que ayudan a entender los hechos. El contrapunto final, que ofrece acciones paralelas y muestra la resolución de la trama, es espectacular. Aparecen en toda su dimensión los ingredientes esenciales: drama y suspenso.


Por otro lado, subyace una sugestiva idea en referencia a la mujer. Es ella el soporte fundamental de la familia y de su pareja.


Brillan los tres protagonistas. El duelo es parejo, aunque Sean Penn, quien asoma escalones arriba, está excelente;  muestra su reconocido y genial talento actoral. Por cierto, luce maduro y cuajado. Destaca también el sombrío y verosímil personaje que ofrece Tim Robbins. De Kevin Bacon se puede comentar que demuestra que es magnífico intérprete cuando se lo propone (y con la dirección adecuada). También es meritorio el sobresaliente reparto integrado por los valiosos y muy efectivos Laurence Fishburne, Laura Linney y Marcia Gay Harden.


No se trata de una película agradable. Se impone la tristeza, la angustia, la tortura existencial, el rencor, los celos, la desconfianza; sin embargo, hay espacio para un lugar en el que renace la esperanza. Río Místico es una película compleja, implacable y poderosa.