viernes, 17 de diciembre de 2010

OCTUBRE (Perú, 2010)


Es una alegría que se estén produciendo importantes películas peruanas. Octubre, de los hermanos Daniel y Diego Vega, es un preciso ejemplo. Obra en la que la fe y lo mundano se entrecruzan; por un lado, se presenta la espiritualidad y el misticismo, otro plano es el estrictamente humano: el hombre, sus virtudes y defectos.

Es un largometraje de muchas aristas contado a través de un austero uso de movimientos de cámara. En los Vega, parece primordial el recurso del plano y el encuadre, del que sus personajes ingresan y salen, también privilegian contrapicados, diferentes ángulos y planos detalle, intencionalidad semántica al servicio de la trama.

Adicionalmente, presentan una poética visual o estética de lo feo de la ciudad; de alguna manera se las ingenian para presentar de forma artística la Lima de los sectores de clase media venidos a menos.

Octubre es un mosaico de marginados, que nos remite al gran Julio Ramón Ribeyro, que en sus historias incluía además la melancolía y lo agridulce de la vida. Esto, sin embargo, no significa personajes pasivos sino al contrario, a pesar de sus limitaciones luchan por salir adelante. Es también, espejo de la soledad, unión de una seudo familia disfuncional y fresco de fe, propio del mes morado encabezado por el Señor de los Milagros, del que se sustrae la emoción, el fervor religioso, el acto colectivo de la procesión, en el que lo racional no tiene ningún efecto ni poder.

El argumento nos introduce en la vida de un prestamista cuya vida cambia al tener que hacerse cargo de un bebé que dejan abandonado en su casa. Como es de esperarse, esto trastoca radicalmente su rutina diaria y debe adaptarse a la nueva realidad. En este proceso se descubre, aunque por partículas, su lado humano.

La búsqueda de la madre (una prostituta) es lo que moviliza la trama. El prestamista es un solitario empedernido que sin quererlo, de a pocos, se rodea de una “familia”. Además de ensimismado, es un hombre malhumorado que sólo vive para su trabajo, a ratos da la impresión de ser un amargado.

En esta historia, la relevancia proviene de los personajes que muestran sus deseos e insatisfacciones, sobremanera, la contradictoria esencia humana. Mérito indudable de los Vega que logran transmitir caracteres reales, los que se sostienen de las notables interpretaciones de tres brillantes actores: Bruno Odar, Gabriela Velásquez y Carlos Gassols.

Sin Bruno Odar en el rol protagónico, el filme no tendría el mismo efecto, sería una pieza tibia y quizá débil, él impone una sólida presencia que resulta clave. Esta era la oportunidad que espera todo actor para su despliegue escénico, pues es un personaje rico en matices al que le saca provecho. Sin duda, es uno de los mejores intérpretes de su generación; eficaz en el teatro, TV y cine. Son pocos los que pueden destacar en medios diferentes como él lo hace.

El primer actor nacional Carlos Gassols participa brevemente, mas su presencia no pasa desapercibida, muestra su experiencia y enorme talento, además confirma que está en plena vigencia. Gabriela Velásquez está a la altura de la circunstancia, siempre efectiva e importante actriz, presente en la producción cinematográfica local que espera pacientemente su turno para un protagónico.

Es admirable que en su opera prima los realizadores hayan logrado ese nivel de madurez. (Recordemos que recibió el Premio del Jurado: Una cierta mirada del Festival de Cannes). Es una obra elaborada con maestría. Bien la historia, lo visual, lo actoral, el elíptico manejo de tiempo; los diálogos aparecen cuando deben, comúnmente hay un uso exagerado de estos. En ese sentido, son fieles a la esencia del cine, sugerentes; aparecen muchas situaciones que el espectador tiene que resolver. En suma, han relatado con mucha sensibilidad y sabiduría hechos ficcionales que transcurren en la realidad local y que, no obstante, trasciende a lo universal.

En la aparente monotonía y desencanto en el que viven, aparece la esperanza propia de estos tiempos, aunque no necesariamente con un clásico final feliz estilo Hollywood. “Todo no va a permanecer igual”, manifiesta la “ama”. Quizá el leve pero significativo cambio que se opera en el prestamista y otros sucesos sean los milagros del mes.

martes, 16 de noviembre de 2010

PARAISO (Perú, 2009)


Una nueva generación de cineastas peruanos (Claudia Llosa, Javier Fuentes-León, Daniel y Diego Vega, etc.) ha irrumpido, y de a pocos deja su impronta. Es el caso de Héctor Gálvez, joven promesa y realizador de Paraíso, obra relatada con un estilo que sorprende por la personalidad que le ha impuesto a su opera prima.

Es una historia hasta cierto punto lineal, que contrasta con la complejidad de los personajes, quienes le aportan su peso a cada acción. Efectivamente, cada uno vive intensamente sus alegrías y pesares. Son pobres y marginales pero no por ello dejan de tener anhelos.

Gálvez presenta acertadamente el universo de los personajes mediante una mirada que registra caracteres y lugares de confluencia. Una observación tierna y diáfana. Una cámara que registra todo sin involucrarse. A la manera de un documental pero sin testimonios explícitos.

A este realismo urbano el director le impone una plástica, un sello particular, autoral si se quiere; que logra involucrar y conectar con la monótona rutina cotidiana. El ritmo cadencioso y pausado de las imágenes puede compararse al tedio de los pobladores.

Paraíso es un largometraje de atmósfera en el cual la ciudad es un personaje adicional. Edificaciones a medio construir, sin acabado y mucho menos pintura. Además de los cerros y el polvo que se puede percibir, aunque no se toque.

Es un retrato fiel de cómo viven los pobladores de Paraíso, donde las carencias y los sueños se reúnen por igual. La amistad es un valor importante para sobrellevar la “carga” cotidiana; y el agua, la comida y un trabajo son indispensables.

Las actuaciones son bastante básicas, aunque se debe recordar que no se trata de intérpretes profesionales. Por ratos, la cámara parece intimidarlos y los diálogos carecen de naturalidad, pero obedece también a la propuesta del director. Recordemos que Gálvez ha declarado su interés por el neorrealismo.

No cabe duda que es un magnífico inicio del realizador. Obsequia una obra sólida, casi maestra. Un relato cabal de los hijos de migrantes en Lima y de su marginalidad desde una perspectiva poética, si cabe el término.

Acaso en aquél árbol en medio del desierto se encuentra la metáfora de la vida de los personajes: esperanza contenida y lucha por el progreso.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Mi villano favorito (Despicable me, EE.UU., 2010)

Es interesante resaltar que la animación se ha transformado en fecundo género cinematográfico capaz de concebir todo tipo de historias. Esa diversidad no conoce de límites. ¿Será por eso que se ha tornado en género recurrente que no tiene pierde? Si. Emociona por igual a pequeños y grandes.

Mi villano favorito es un ejemplo. Está bien lograda. Se relata a través del subgénero de espionaje. En ese sentido, se utiliza con eficacia el suspenso que le es característico en una animada guerra de inventores desafiándose mediante divertidos duelos extremos. En efecto, esta obra se concentra tanto en la rivalidad de dos malvados inventores y sus maniobras de espionaje y sabotaje.

Sus directores le han impuesto un estilo particular. No sólo en el dibujo sino a la atmósfera que rodea la historia. Una concisión expresiva propia del cine europeo o asiático, por citar algunos casos. En ciertos pasajes las imágenes no requieren de diálogos de los personajes, “hablan” por si mismas.

Al suspenso manifiesto contribuye la magnífica musicalización, elemento clave que seduce e integra al espectador a la historia, envolviéndolo para no dejarlo escapar. No se debe soslayar el humor, utilizado sutilmente pero con efectividad. Hay momentos memorables. El respetable la pasa bien: se sorprende, ríe, intriga, enternece y goza.

Hay que enfatizar en las dosis intensas de ternura. Tres adorables niñas huérfanas (Margo, Edith y Agnes) en busca de alguien que las adopte, ostentan los poderes necesarios para “hechizar” con cariño y amor al malvado (aunque no tanto) inventor. Cautiva especialmente Agnes, la pequeña terrible que interroga con su “sonido irritante”.

Existe un paralelo entre la relación del inventor y las traviesas niñas y el público y las mismas. Uno termina conquistado con sus acciones, tiernos gestos, voces y rasgos físicos. Salvo que se tenga una piedra de corazón.

“Desfilan”, envueltos en diversas y emocionantes acciones, excéntricos y curiosos pero estimables personajes. Sus conductas actuales tienen explicación en el pasado. La obra explora de paso cómo influyen las experiencias de la niñez en la adultez. Adicionalmente están los estadíos de la soledad y falta de afecto. El ser humano requiere de compañía y amor. En esencia, es un filme de entretenimiento pero del cual se sustraen estos conceptos. Tema aparte son los miniones: Tim, Bob, Mark, Phil, Stuart, Dave, y Jerry the minion. Esta suerte de chizitos andantes brillan con luz propia. Y divierten con sus movimientos y murmullos.

Ser un niño feliz es una de las premisas. También está lo inverso: quién puede oponerse a la felicidad que procuran los niños. “Te cambian la vida” dice todo padre o madre que se precie. Son grata compañía y colman de desbordante alegría. Todo ello y más es Mi villano favorito. Compruébelo.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Invictus (EE.UU., 2008)




Puede parecer la clásica película épica de deporte (trama de éxito) en la que los vencedores sortean obstáculos para llegar a la victoria. Pero no. Ese apenas es el cascarón. El trasfondo es mayor. Está basada en la época en que Nelson Mandela fue nombrado presidente de Sudáfrica.

Invictus, obra de gran relieve humano, es un tributo a la emblemática figura del premio Nóbel de la Paz, pero básicamente a la lucha por la libertad (de credo, pensamiento, obra, etc.). En esa ruta están el valor y el coraje como aliados incondicionales para emprender una tarea de tal magnitud.

Cómo no celebrar un largometraje que resalta un valor estrechamente ligado al hombre y su esencia. Máxime a un símbolo como Mandela que dio los primeros pasos para una sociedad sudafricana más justa y equitativa. No sin poca oposición, por cierto.

El largometraje presenta también, la intolerancia y el racismo, sin exageraciones ni melodrama. Eastwood no es el tipo de realizador que gusta de lecciones y moralejas. No obstante, en una historia de este perfil argumental es difícil que no se “filtren” temas edificantes.

Del mismo modo como Mandela planificó su estrategia a través del mundial de rugby para unir Sudáfrica, Eastwood se apoya en el tema deportivo para mostrar la problemática racial sin caer en el discurso pacifista.

Ciertamente, es una historia basada en hechos reales. En este sentido, el director ha recreado acertadamente los acontecimientos en un emocionante relato contado con serenidad, vigor y sensibilidad; elementos característicos de su propuesta cinematográfica.

Morgan Freeman, magnífico intérprete, es uno de los factores de éxito del filme. Encarna con mucha credibilidad al líder africano. No sorprende su solvencia dado su talento y experiencia. Sin exagerar, uno olvida que se trata del actor y parece que observara al mismísimo Mandela. Representado al detalle: en la pausa de sus acciones y gestos; en la cadencia, tono y acento de su voz. Un genio. De hecho será recordado por esta participación. Una de las mejores e importantes obras con la que corona su trayectoria.

Es innegable que la cuota de emoción deviene de los partidos de rugby, deporte rudo y viril, pero noble a la vez. Las cámaras, que privilegian primeros planos y vivaces movimientos transmiten toda la adrenalina del juego, y contagian de alegría al espectador, que vive intensamente el triunfo como propio.

No se equivocó el astuto y sabio Mandela al pensar que el deporte podía integrar un país. Un seleccionado de rugby pudo más que la política: paralizó y unió Sudáfrica.

Invictus es una obra que exalta la pasión: la pasión de un hombre por unir a su país, la pasión por la vida, los ideales y el deporte.

No es raro que un apasionado del cine como Clint Eastwood haya rodado esta obra. Con más de 80 años a cuestas pareciera que tiene cuerda para rato. Recordemos algunas de sus últimas producciones: Golpes del destino (2004); La conquista del honor (2006); Cartas desde Iwo Jima (2006); El sustituto (2008) y Gran Torino (2008). Todas de gran calidad.



martes, 13 de julio de 2010

This is it (This is it, EE.UU.,2009)


Viendo este documental se comprende lo que hay detrás de un concierto: mucho trabajo. Rigurosos ensayos que se repiten hasta la saciedad. Horas de horas para lograr la perfección. Quizá, entre otras, esta sea la razón por lo costoso de un espectáculo de ese nivel. Bien vale la pena pagar, aunque quizá uno quede en deuda con los organizadores.

Es una lección para todos, en los diversos ámbitos de la vida. Michael Jackson, siempre protagonista, nos muestra que era un obsesivo. Él, que fue un genio, ensayaba con impenitente dedicación de aprendiz. Definitivamente, la práctica hace al maestro.

This is it es un documento fílmico dirigido por Kenny Ortega, productor eficiente y muy profesional cercano al Rey del Pop. Se trata de extractos de ensayos para una serie de conciertos en Londres. Se dice que los últimos. Muestra detalles de los preparativos en el que el espectador es testigo del lado humano de Jackson: el trato que le depara a sus íntimos, así como a bailarines y músicos, por ejemplo.

Es también un retrato fidedigno, sin maquillaje, de su amor por el arte: por la música y danza que llevaba en los genes. No olvidemos que contaba con 50 años de edad pero con la vitalidad de uno de 30 o quizá menos. Su voz estaba intacta y sus movimientos seguían tan flexibles y sorprendentes como siempre. Una gacela del baile.

La obra hace reflexionar acerca de la verdadera importancia y trascendencia de MJ. Su vida no fue fácil; tuvo que sobrellevar una dura y quizá breve niñez, y luego cargar con el enorme peso de la fama, que lo hacía disfrazarse en algunas oportunidades para eludir a sus apasionados admiradores. Pero más que nada soportar el enorme asedio de la prensa con los dimes y diretes del caso. El que menos pensará que es el precio a pagar por la popularidad; no obstante, nadie estará nunca preparado para lidiar con semejante acoso cotidiano, pues es inhumano. Sin embargo, Michael lo hizo.

Este largometraje lleva a la siguiente interrogante ¿Qué importa si se hizo operaciones en el rostro, los cambios en el tono de la piel, cuánto gastaba en sus compras, qué ropa vestía, quiénes eran las madres de sus hijos? Él debió ser admirado más que nada por su enorme talento. Un genio indiscutible del baile, la composición y el canto. Además de ser artista extraordinario e infatigable trabajador fue un hombre caritativo que se preocupó por sus semejantes y por el planeta, lo que se demuestra en sus canciones.


La película reúne además testimonios de productores, cantantes, músicos y bailarines que confirman aquello. Para los escépticos, pienso que resulta difícil que la mayoría piense y declare parecido. No es casual. Es verdad. No se crea en este comentario el escenario de una apología. Jackson fue ser humano y como todos, tuvo sus defectos, pero no era el “demonio” que algunos quieren “ver”.

Por otro lado, la obra grafica el mega concierto en ciernes. Un espectáculo de primer nivel, planificado en los más mínimos detalles: música; vídeos específicamente elaborados; efectos sonoros y visuales; magníficas coreografías y bailarines; luces, sonido. Hubiera quedado en la historia como el mejor. Una puesta en escena impresionante, tal y como MJ la concibió. Algo perfecto y novedoso que superara sus anteriores giras mundiales.

Del documental se colige su profesionalismo, obsesión y compulsión por la perfección. No cabe duda que amaba lo que hacía y lo transmitía a raudales; por eso es adorado por sus incondicionales y respetado por el resto. De allí, su bien ganada inmortalidad artística.

miércoles, 30 de junio de 2010

Historia de juguetes 3 (Toy story 3, EE.UU., 2010)




A Gia.

No sé si estaba sensible; pues al final tanta emoción me hizo llorar.
Los creadores de Historia de juguetes (John Lesseter principalmente, al ser director y creador de la primera versión de 1995, y quien produce esta tercera entrega) hallaron una nueva vuelta de tuerca. Esta contiene la misma expectativa de sus antecesoras. La trama es sorpresiva, es decir: nada predecible.

En la vida de Andy, el joven propietario próximo a asistir a la universidad, los juguetes han pasado a un segundo plano, quedándose con los más entrañables. El joven se encuentra ante una disyuntiva, desprenderse de ellos o guardarlos de recuerdo. Sin embargo una serie de errores desencadena una historia con enredos, engaños, trampas, suspenso, temor, risa, alegría y lágrimas, de emoción, por supuesto.

La obra, bien conducida por su director Lee Unkrich, es un canto a la amistad entre un ser humano y sus juguetes ¡qué importante es un juguete con el cual compartir momentos de sana diversión e imaginación! ¡quién no atesora un juguete que se niega a regalar porque forma parte de su afecto! Los juegos son parte importante del aspecto creativo hasta de formación de la personalidad de un hombre.

Precisamente, esa es la premisa del largometraje: la amistad (niño-juguete) trasladada al imaginario y supuesto estrecho vínculo entre los juguetes.
Se presentan instantes muy intensos y de buena factura: cuando el grupo de amigos llega a la guardería; el posterior contraste de la realidad; el escape de Woody; la relación entre Barbie y Ken; los momentos de Buzz españolizado; el escape y el juego final entre Andy y la niña.

La película se torna impredecible puesto que hay permanentes cambios en el desarrollo de la trama, lo que provoca un ritmo vertiginoso que se transfiere al espectador. Esto se conoce como puntos de giro (plot points).

El género de animación tiene en Historia de juguetes un referente, punto de partida de diversas posibilidades creativas. Existe un antes y después. Es un clásico para todas las edades; más para aquellos que conservan su “niño interior”. Los que habrán logrado el viaje al epicentro de la niñez y vibrado con el recuerdo de haber pasado el cauce natural de dejar atrás sus juguetes tal como Andy.

Woody, Buzz y compañía ya son personajes inmortales en la historia del cine; a pesar de no tener una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y ser criaturas animadas.

martes, 22 de junio de 2010

La teta asustada (España, Perú ; 2009)



La teta asustada es una obra notable. Claudia Llosa ha confirmado en su segundo largo, que tiene talento. Lo conseguido –Oso de oro y candidatura al Oscar aparte-- no es casualidad.

Sin embargo, ha sido mal publicitada. Un premio no puede ser el único modo de promoción; menos si el público es renuente al consumo de cine local. La sinopsis comercial nos informa de una mujer asustada por una enfermedad adquirida durante la época terrorista. Imagínense. Ni más ni menos. ¡Qué drama! Si se toma en cuenta esos años terribles para todos ¡quién querría ingresar a una sala para recordar esos cruentos momentos? Un masoquista quizá.

La promoción resultó engañosa. El filme en cuestión, si bien es cierto que aborda ese tema, lo hace de una manera implícita. Ante todo explora el miedo en el ser humano y como éste puede afectar la personalidad y las relaciones sociales. En este sentido, es un drama sicológico. Subgénero poco usual en la cinematografía peruana.

Adicionalmente, además de la mujer con la enfermedad de “la teta asustada”, asunto que la lleva a extremos inimaginables, se presenta un excelente recorrido por el universo post guerra terrorista de los migrantes y sus hijos en Lima, y como estos han asumido un nuevo periodo de desarrollo en el que buscan, a su estilo, alejarse de la crisis social y económica. Una síntesis de lo que ocurre actualmente: sectores pujantes con una visión más optimista de la vida, los que se esfuerzan para salir adelante. Por consiguiente se han occidentalizado. Quieren y tienen lo que posee la clase con mayores recursos económicos; obvio, todo más modesto y sencillo. Verbigracia: la organización matrimonial (fotos, peluquería, fiesta, vestido, etc.). Esta acertada descripción está elaborada al detalle.

La joven realizadora revisa la rica cultura andina en Lima. Esta realidad comprueba que en la tan mentada globalización también existe espacio para lo local. Es decir, ambas pueden coexistir. Lo global reafirma lo local. Como ejemplos están las bellas canciones entonadas por la protagonista; el método de la papa para evitar violaciones; además del quechua, cuya fonética es algo especial para los oídos.

Cabe resaltar que esos pasajes musicales crean una atmósfera sensible y delicada. Estas escenas además de remarcables confirman la intención de Llosa por presentar el mestizaje. Es el caso de la pianista citadina que encuentra inspiración a partir de melodías que la protagonista inventa (a partir de lo andino se crea una pieza occidental).


Asimismo se grafica la comparación de culturas en base a los personajes (la joven traumada y su patrona). Ese contraste nos remite a Lima actual, la del provinciano emergente y el migrante que está en proceso de adaptación. La teta asustada es un retrato preciso de Lima, mosaico de costumbres y razas. Ciudad pluricultural cuyos pobladores van aprendiendo a convivir en el conglomerado de todas las sangres, como escribió Arguedas.

La obra apunta a eso. Presenta a la capital con sus conflictos actuales y aquellos, como el terrorismo, que marcaron para siempre, a sangre y fuego, tanto a una generación como a la sociedad peruana.

Es un drama sicológico que remite al miedo, al terror, al pudor, al candor de la joven provinciana afincada en Lima (como muchas). Ciudad en la que se ha visto obligada a vivir, a pesar de ella. Una gran urbe que la paraliza al igual que cuando se le acerca cualquier hombre. Una mujer que vive por y para el temor, pero que sin embargo, se sobrepone y sale airosa.
Excelente retrato de mujer de la joven actriz Magaly Solier, de promisorio porvenir, al igual que la talentosa Claudia Llosa que ha logrado una obra que perdurará en el tiempo.

lunes, 21 de junio de 2010

Presentación

Cinedetalles es un espacio de breves comentarios cinematográficos concebidos por su autor como textos cuya importancia no sólo es de fondo sino de forma.

Las reseñas están dedicadas al lector interesado. RAG no escribe para los críticos ni pretende el academicismo de sus comentarios.

El término Cinedetalles alude a la concisión de los textos, así como a la precisión de los mismos.

Disfrute de una experiencia diferente con la que puede estar de acuerdo. Después de todo un comentario contiene cierta dosis de subjetividad. Cabe resaltar que el autor sólo escribe acerca de las obras cinematográficas que le agradan, lo que supone un parámetro para algunos lectores.