La teta asustada es una obra notable. Claudia Llosa ha confirmado en su segundo largo, que tiene talento. Lo conseguido –Oso de oro y candidatura al Oscar aparte-- no es casualidad.
Sin embargo, ha sido mal publicitada. Un premio no puede ser el único modo de promoción; menos si el público es renuente al consumo de cine local. La sinopsis comercial nos informa de una mujer asustada por una enfermedad adquirida durante la época terrorista. Imagínense. Ni más ni menos. ¡Qué drama! Si se toma en cuenta esos años terribles para todos ¡quién querría ingresar a una sala para recordar esos cruentos momentos? Un masoquista quizá.
La promoción resultó engañosa. El filme en cuestión, si bien es cierto que aborda ese tema, lo hace de una manera implícita. Ante todo explora el miedo en el ser humano y como éste puede afectar la personalidad y las relaciones sociales. En este sentido, es un drama sicológico. Subgénero poco usual en la cinematografía peruana.
Adicionalmente, además de la mujer con la enfermedad de “la teta asustada”, asunto que la lleva a extremos inimaginables, se presenta un excelente recorrido por el universo post guerra terrorista de los migrantes y sus hijos en Lima, y como estos han asumido un nuevo periodo de desarrollo en el que buscan, a su estilo, alejarse de la crisis social y económica. Una síntesis de lo que ocurre actualmente: sectores pujantes con una visión más optimista de la vida, los que se esfuerzan para salir adelante. Por consiguiente se han occidentalizado. Quieren y tienen lo que posee la clase con mayores recursos económicos; obvio, todo más modesto y sencillo. Verbigracia: la organización matrimonial (fotos, peluquería, fiesta, vestido, etc.). Esta acertada descripción está elaborada al detalle.
La joven realizadora revisa la rica cultura andina en Lima. Esta realidad comprueba que en la tan mentada globalización también existe espacio para lo local. Es decir, ambas pueden coexistir. Lo global reafirma lo local. Como ejemplos están las bellas canciones entonadas por la protagonista; el método de la papa para evitar violaciones; además del quechua, cuya fonética es algo especial para los oídos.
Cabe resaltar que esos pasajes musicales crean una atmósfera sensible y delicada. Estas escenas además de remarcables confirman la intención de Llosa por presentar el mestizaje. Es el caso de la pianista citadina que encuentra inspiración a partir de melodías que la protagonista inventa (a partir de lo andino se crea una pieza occidental).
Asimismo se grafica la comparación de culturas en base a los personajes (la joven traumada y su patrona). Ese contraste nos remite a Lima actual, la del provinciano emergente y el migrante que está en proceso de adaptación. La teta asustada es un retrato preciso de Lima, mosaico de costumbres y razas. Ciudad pluricultural cuyos pobladores van aprendiendo a convivir en el conglomerado de todas las sangres, como escribió Arguedas.
La obra apunta a eso. Presenta a la capital con sus conflictos actuales y aquellos, como el terrorismo, que marcaron para siempre, a sangre y fuego, tanto a una generación como a la sociedad peruana.
Es un drama sicológico que remite al miedo, al terror, al pudor, al candor de la joven provinciana afincada en Lima (como muchas). Ciudad en la que se ha visto obligada a vivir, a pesar de ella. Una gran urbe que la paraliza al igual que cuando se le acerca cualquier hombre. Una mujer que vive por y para el temor, pero que sin embargo, se sobrepone y sale airosa.
Excelente retrato de mujer de la joven actriz Magaly Solier, de promisorio porvenir, al igual que la talentosa Claudia Llosa que ha logrado una obra que perdurará en el tiempo.
Sin embargo, ha sido mal publicitada. Un premio no puede ser el único modo de promoción; menos si el público es renuente al consumo de cine local. La sinopsis comercial nos informa de una mujer asustada por una enfermedad adquirida durante la época terrorista. Imagínense. Ni más ni menos. ¡Qué drama! Si se toma en cuenta esos años terribles para todos ¡quién querría ingresar a una sala para recordar esos cruentos momentos? Un masoquista quizá.
La promoción resultó engañosa. El filme en cuestión, si bien es cierto que aborda ese tema, lo hace de una manera implícita. Ante todo explora el miedo en el ser humano y como éste puede afectar la personalidad y las relaciones sociales. En este sentido, es un drama sicológico. Subgénero poco usual en la cinematografía peruana.
Adicionalmente, además de la mujer con la enfermedad de “la teta asustada”, asunto que la lleva a extremos inimaginables, se presenta un excelente recorrido por el universo post guerra terrorista de los migrantes y sus hijos en Lima, y como estos han asumido un nuevo periodo de desarrollo en el que buscan, a su estilo, alejarse de la crisis social y económica. Una síntesis de lo que ocurre actualmente: sectores pujantes con una visión más optimista de la vida, los que se esfuerzan para salir adelante. Por consiguiente se han occidentalizado. Quieren y tienen lo que posee la clase con mayores recursos económicos; obvio, todo más modesto y sencillo. Verbigracia: la organización matrimonial (fotos, peluquería, fiesta, vestido, etc.). Esta acertada descripción está elaborada al detalle.
La joven realizadora revisa la rica cultura andina en Lima. Esta realidad comprueba que en la tan mentada globalización también existe espacio para lo local. Es decir, ambas pueden coexistir. Lo global reafirma lo local. Como ejemplos están las bellas canciones entonadas por la protagonista; el método de la papa para evitar violaciones; además del quechua, cuya fonética es algo especial para los oídos.
Cabe resaltar que esos pasajes musicales crean una atmósfera sensible y delicada. Estas escenas además de remarcables confirman la intención de Llosa por presentar el mestizaje. Es el caso de la pianista citadina que encuentra inspiración a partir de melodías que la protagonista inventa (a partir de lo andino se crea una pieza occidental).
Asimismo se grafica la comparación de culturas en base a los personajes (la joven traumada y su patrona). Ese contraste nos remite a Lima actual, la del provinciano emergente y el migrante que está en proceso de adaptación. La teta asustada es un retrato preciso de Lima, mosaico de costumbres y razas. Ciudad pluricultural cuyos pobladores van aprendiendo a convivir en el conglomerado de todas las sangres, como escribió Arguedas.
La obra apunta a eso. Presenta a la capital con sus conflictos actuales y aquellos, como el terrorismo, que marcaron para siempre, a sangre y fuego, tanto a una generación como a la sociedad peruana.
Es un drama sicológico que remite al miedo, al terror, al pudor, al candor de la joven provinciana afincada en Lima (como muchas). Ciudad en la que se ha visto obligada a vivir, a pesar de ella. Una gran urbe que la paraliza al igual que cuando se le acerca cualquier hombre. Una mujer que vive por y para el temor, pero que sin embargo, se sobrepone y sale airosa.
Excelente retrato de mujer de la joven actriz Magaly Solier, de promisorio porvenir, al igual que la talentosa Claudia Llosa que ha logrado una obra que perdurará en el tiempo.
SIEMPRE DISFRUTE DE TUS CRITICAS CINEMATOGRAFICAS Y LAMENTABLEMENTE NO HE PODODO VERLA AUN, PERO TIENES RAZON LA PROMOCION DE ESTA PELICULA NO FUE LA MAS EXACTA . OJALA LA PUEDA VER PRONTO
ResponderEliminarGracias por el comentario. Disculpa que me haya demorado. Más vale tarde que nunca. Saludos a la familia.
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