miércoles, 20 de junio de 2012

La importancia de la persistencia retiniana

La persistencia de la visión o persistencia retiniana es clave para ver cine, de otro modo no podríamos disfrutar de las magnificas obras que el sétimo arte provee.

Qué significa aquello, pues que el fenómeno óptico permite retener imágenes en el cerebro segundos después de haberlas visualizado. Esto se grafica en el parpadeo de los ojos, el mismo del que no somos conscientes y produce una sombra en cada parpadeo. Ello significa que si una imagen desaparece, el ser humano la continúa viendo durante una fracción de segundo. Se le conoce como efecto phi.

Por tal razón, cuando vemos una obra cinematográfica, tenemos la sensación de movimiento de las imágenes, cuando en realidad es una sucesión de cuadros fijos que se mueven rápidamente. ¡Qué maravilla de la naturaleza!, que nunca deja de sorprendernos; ¡qué ingenio!, el de los precursores del cine.    

De no ser por este, en apariencia, ínfimo detalle, el sétimo arte nunca hubiera sido posible y desde luego, este blog no tendría razón de ser.   

miércoles, 6 de junio de 2012

Siete pecados capitales (Seven, EUA, 1995)



Las historias de asesinos en serie han marcado el derrotero del cine criminal, ya sea a través de drama, suspenso, policial y terror. Ejemplos fehacientes son: ‘Psicosis’ (1960), ‘El carnicero’ (1969), ‘El silencio de los inocentes’ (1991), entre otros. ‘Siete pecados capitales’ agrega a ‘Fulano de tal’ a la amplia lista de asesinos seriales como Jack ‘el destripador’ y Norman Bates.

Un asesino fanático de la religión, se cree enviado de Dios y desea demostrar la decadencia de los seres humanos, matando según los 7 pecados capitales. Interesante y novedosa propuesta para un largometraje.

Como en la mayoría de historias de esta clase, es un hombre inteligente, astuto, meticuloso y muy paciente para desarrollar sus complejos crímenes. Provoca a sus investigadores, les deja señales como si se tratase de un juego; les muestra su habilidad, talento, en un magnífico duelo de capacidades. Sin duda, un perfil sicológico interesante para el análisis.

El director David Fincher había llamado la atención con la tercera versión de ‘Alien’, pero ésta es definitivamente su mejor obra, con la que logra su consagración; el reconocimiento de crítica y público.
Siete pecados tiene elementos de policial clásico y thriller, y sorprende la madurez con la que el realizador maneja el relato fílmico. Por un lado resalta la buena dirección artística, no obstante es primordial un argumento inesperado que va de menos a más.

Para el director la atmósfera del filme es medular, ello se denota en sus posteriores largometrajes. Por esta razón el aporte sombrío de la luz presenta un cromatismo lúgubre que ofrece un ambiente depresivo que contribuye a enriquecer las características de la producción.

Cuenta con un excelente reparto de actores (muy bien dirigidos) y sus personajes han sido bien delineados. Morgan Freeman aparece como el detective experimentado, y entrega un efectivo rol, que no sorprende en virtud de su gran talento. Brad Pitt, como el detective novato, confirma que no solo es una cara bonita. También sabe actuar cuando se despoja de su habitual sensualidad, logrando escapar de su condición puramente decorativa. Por último, Kevin Spacey, convence en ingenio y demencia; a pesar de su breve aparición demuestra su versatilidad y reconocida calidad.



Efectivamente, los personajes dan a conocer su personalidad: intereses y ansiedades; en fin, su psiquis. Están tan bien diseñados que se percibe tanto el aspecto exterior como el interior. El espectador siente que los conoce y se aproxima a sus reacciones de antemano.

Siete pecados es un filme de contrapunto. Entre experiencia y juventud; maestro y aprendiz; bien y mal; sabiduría y emotividad; pasión y razón; fe y fanatismo; locura y sanidad; vida y muerte.

La trama es de lo mejor. Difícil de predecir. Sobresale una historia plagada de misterio, duda y suspenso. Para ello se apela a la brutalidad y sordidez de los crímenes, que al principio aparecen inconexos.

La búsqueda del asesino está bien construida. Hay instantes de impacto que pueden afectar la sensibilidad. Sin embargo, Fincher muestra lo que debe, y de esto deviene la fuerza de la narración. Pero, no es un relato alocado, la madeja se va desenredado de a pocos. Avanza lentamente, con seguridad, y guarda lo mejor para el final. Sin complacencias; no ha sucumbido a la posibilidad de agradar al público sino respetado los perfiles de los personajes. Ellos conducen los hilos y los manejan sin ningún afán maniqueo.

Lo usual es atrapar al asesino pero, con gran sapiencia, se opta por escapar de lugares comunes. Muchas veces el crimen lleva a la falta de resolución de los mismos, pero deja la impronta asesina de la sangre y el dolor de los deudos. La sorprendente culminación sigue estos lineamientos a pie juntillas. Mientras el ejecutor completa la cadena de su obra maestra del mal.